Los reales decretos de
racionalización del gasto farmacéutico no tienen porqué ser malos en sí mismos.
El problema es la aplicación, como de costumbre.
La industria farmacéutica lanza
una alerta roja porque está dejando de tener ganancias multimillonarias y el
Estado se congratula de la aplicación talibana de normas que, en principio, son
medidas racionales pero, en la realidad, producen más daño y pérdidas que
ahorro.
¿Qué tiene de malo recetar un genérico?
Pues depende del genérico. Aunque tenga el mismo principio activo, el resto de
los factores que hacen de él un fármaco distinto al patentado afectan a la
efectividad, biodisponibilidad y riesgos derivados de su utilización por el
consumidor. En la mayoría de las ocasiones, el paciente no notará la diferencia
entre uno y otro. En algunos casos, puede suponer un resultado negativo para la
salud del paciente.
Si la norma dice que por
indicaciones terapéuticas se puede prescribir un fármaco por su nombre
comercial, ¿dónde está el problema? En que, de alguna manera, la obligación de
dispensar el producto de menor precio se impone al criterio del médico que ha
recetado por nombre comercial.
Como los procedimientos de la
AEMPS son tan inescrutables como los designios divinos, no voy a lanzarme a
afirmaciones imprudentes. Lo que puedo confirmar es que las autoridades de
salud afirman, que “las medicinas sin patente vienen básicamente de India y
China” según publica El País. Ante la ignorancia total de cómo se controlan esos medicamentos en
España, me limitaré a citar un artículo del New York Times sobre productos
alimentarios y farmacéuticos chinos:
“Expertos en seguridad
alimentaria y farmacológica se han quejado durante años sobre un sistema
defectuoso que ha llevado a alarmas de intoxicaciones alimentarias y de
envenenamiento masivo ligados a comercialización de medicamentos falsificados o
de calidad inferior.”
Mientras tanto, la industria
farmacéutica se lanza a reducir plantilla y proclamar sus grandes pérdidas (que
para el común de los mortales que entramos en números rojos a final de mes esas
pérdidas quieren decir que han ganado menos, pero aún hay cantidades importantes
que quedan como beneficio).
¿En qué queda el ahorro de papá
Estado con su brillante idea de imponer genéricos y su penosa implementación de
la medida?
Mil empleos menos (que
naturalmente cobrarán el paro porque para eso han estado pagando impuestos,
aunque ahora no lo harán porque ya no tienen ingresos fruto de su trabajo),
cierre de instalaciones industriales y pérdidas en ingresos por impuesto sobre
beneficios.
Las compañías farmacéuticas
rebajan su inversión en I+D, reducen las donaciones a organizaciones de
pacientes, cortan el gasto que supone la formación continua de especialistas
médicos que asisten a congresos, porque esa formación se paga con beneficios de
las grandes compañías farmacéuticas a las que no hace excesiva mella, a no ser
que me equivoque y resulte que los congresos se financian con generosas
contribuciones ministeriales.
Las boticas y las grandes
empresas de farmaindustria se tienen que reconvertir en supermercados y replantearse
el modelo de negocio para poder financiar a las comunidades autónomas y
hospitales que ya les deben por encima de los 5.000 millones de euros que les ingresarán
cuando pasen los más de 600 días de retraso en los pagos de algunas
administraciones públicas.
Puede que el porcentaje del PIB proveniente
de la comercialización de productos sanitarios se mantenga, pero no es lo mismo
el 1,5% de cien que el 1,5% de setenta…
Y mientras tanto, a seguir
alegremente con la polimedicación de nuestros mayores, que se están envenenando
a base de forrarse a pastillas que no les aportan un beneficio justificable, se
meten en el mercado fármacos de dudosa reputación y no se contesta a las
reclamaciones de los consumidores cuando piden que se investiguen medicamentos
de origen desconocido (habrá un comunicado de prensa sobre este tema el próximo
viernes 14 de Octubre no dejéis de visitar la página de la ANHP).
Al final, en la pelea entre el
gallo y la gallina, seguimos pagando los platos rotos los de siempre, pequeños
comerciantes, trabajadores y consumidores finales con recursos bastante
disminuidos.
Hay muchas veces que me pregunto
qué tendrán como información esas grandes cabezas pensantes que para sacarnos
de la crisis fomentan medidas en las que se reduce el consumo, se aumenta el
paro y se debilita la protección de los más vulnerables. En mi humilde
ignorancia, siempre creí que inyectar dinero en el consumidor era la mejor
forma de hacer que el capital circule y la economía se mantenga activa y
saludable. Deseo con todas mis fuerzas que se manifiesten pronto y me saquen
del error las consecuencias positivas de recortar en el sector salud, echar un
pulso con las compañías farmacéuticas y poner en riesgo el acceso a la sanidad
y los medicamentos.
Nota: el contenido de este blog
es una opinión personal y no representa la posición de la ANHP.
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