Hipertensión Pulmonar y
médicos de familia. La atención primaria factor diferencial de supervivencia y
calidad de vida.
La Hipertensión Pulmonar es una
enfermedad de baja prevalencia (14 casos por millón) y baja incidencia (de 3 a
4 casos por millón). Tiene un pronóstico grave y los pacientes que no reciben
tratamiento tienen una esperanza de vida inferior a tres años. Una descripción
más amplia de la enfermedad se puede encontrar en http://hipertensionpulmonar.es/enfermedad.htm.
En la página del enlace, se describe cómo el aparato circulatorio de los
pulmones va sufriendo una reducción progresiva de la capacidad de hacer llegar
la sangre a los alveolos debido al estrechamiento de la luz de los capilares,
vasos sanguíneos y arteria pulmonar. El ventrículo derecho se dilata para
bombear con más fuerza en un intento de empujar a los glóbulos rojos para que
cumplan su función de recoger el oxígeno y llevarlo al resto del cuerpo hasta
que, en muchos casos, se produce el fallo cardiaco.
Lo que no se cuenta en esa
descripción científica es cómo vive el paciente la progresión de la enfermedad.
La hipertensión pulmonar puede ser padecida por toda la población sin
distinción de edad o sexo, aunque un número más significativo de casos se da en
mujeres entre los 35 y los 45 años. En los primeros síntomas, el paciente se
siente cansado sin causa aparente. ¿Quién no ha estado cansado alguna vez? La
fatiga, el cansancio cada vez mayor al realizar esfuerzos cada vez menores y la
aparición de la sensación de falta de aire.
A los pacientes de hipertensión
pulmonar les gustaría que los médicos de atención primaria tuvieran más
conocimiento sobre la enfermedad. Se les hacen pruebas tomando como base las
afecciones más comunes e inician el proceso de peregrinación por las salas de
espera de centros de salud, consultas de especialistas y pruebas de lo más
variado. Mientras tanto, los síntomas se van agravando y muchos médicos
sospechan que su paciente sufre un estrés que somatiza produciendo un
empeoramiento que no tiene una base física objetiva que conduce al deterioro. Alguno de los miembros de la
Asociación Nacional de Hipertensión Pulmonar ha llegado a ser remitido a la
consulta del psiquiatra antes de descubrir que tenía una enfermedad muy real
localizada en sus pulmones y no en su cerebro. Pero, es tristemente cierto, hay
más de cinco mil enfermedades raras conocidas. ¿Se puede exigir al médico de
familia que las contemple todas como posible diagnóstico? El pequeño
inconveniente en el caso de la hipertensión pulmonar es que el retraso en
identificar el problema no sólo hace progresar al paciente hacia una
discapacidad mayor y una calidad de vida seriamente disminuida, también le
acorta la vida y disminuye sus posibilidades de pasar con éxito la barrera de
los cinco años después del diagnóstico, momento en que el índice de
supervivencia llega a superar el 67%. Un porcentaje de esperanza que supone una
meta para muchos inalcanzable.
¿Cuál es la reacción de un médico
cuando se le pregunta qué es la hipertensión pulmonar? Lógicamente, se forma en
su mente un aumento de la presión sanguínea en el aparato circulatorio de los
pulmones y se imagina problemas parecidos a los de la hipertensión arterial que
todos conocemos. A partir de ese momento, el médico queda convencido de saber
de qué enfermedad se está hablando. La Asociación Nacional de Hipertensión
Pulmonar intenta cambiar esa actitud y promover que los médicos de atención
primaria tengan un mayor conocimiento sobre el tema. Más de un especialista le
ha dicho a su paciente recién diagnosticado que no existe tratamiento para la
hipertensión pulmonar. Si esto es así en el caso de algunos neumólogos y
cardiólogos, no se puede pensar que el médico de atención primaria tenga más
conocimientos. Que los médicos de atención primaria y los especialistas sepan
que la enfermedad existe y que hoy en día hay tratamientos que mejoran el
pronóstico y la calidad de vida, no parece una petición excesiva, sin embargo,
el trabajo de difusión encuentra una cantidad de escollos que puede llegar a
sorprender.
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